No recuerdo tu sonrisa. El tiempo ha llegado a burlarse de mi intención y fuerza, penetra mi memoria y mata los retazos de vida que dejaste en mí. Oh, amor, y me hace dudar en cuánto realmente te amaba. Las facciones de tu rostro y la luz de tu mirada se distorsionan y desaparecen poco a poco, cual si cúmulos de olvido invadieran la nostalgia de mis ojos.
Temo que algún día ya no recuerde el sonido de tu risa ni la emoción de tus palabras. Tu rostro ya no cruza por mi mente cada amanecer, y ya no añoro los instantes que compartimos con cada ocaso. Te desvaneces con el viento y mi corazón ha dejado de perseguir tu recuerdo; ya no corro tras la brisa ni lloro ante la oscuridad que solía rodearnos. Oh, amor, y me hace dudar en cuánto realmente te amaba.
Perdieron mis promesas la importancia que tu vida les había otorgado, y se fue con tu alma el juramento eterno que hice cerrando tus ojos. Ya no siento frío ni me embarga la soledad. Y quiero, más que nada, perdurar enamorado y ser torturado por tu mirada inexistente. Quiero vivir llorando por tu partida y soñar la vida que no tuvimos. Pero el brillo perdido de tus ojos ya no me inspira, y cada vez es menos la tristeza que siento al observar los fuegos pirotécnicos que vi reflejados en ellos. Oh, amor, y me hace dudar en cuánto realmente te amaba.