El tiempo ha pasado, nuevamente, más rápido de lo que mi corazón creyó experimentar. Ha pasado un año más rico en recuerdos y memorias, que a su vez están llenos de sentimientos: llenos de viejos amores, de sonrisas que se comen al mundo y unas cuantas más que fueron fingidas, llenos de lágrimas desperdiciadas y algunas bien merecidas, llenos de abrazos cálidos y otros más de los que arrepentirse, llenos de miedo y de emoción, llenos de despertares que anhelaban ya un amanecer.
Y me descubrí, un día, lamentandome por el tiempo perdido y los momentos no aprovechados. Pero fui yo quien, después de todo, decidió dejarse llevar por el ocio y la desgana, y miró en silencio la vida escapando por sus dedos. Me lamenté por autoimponerme aquel lamento.
He decidido ahora cumplir la promesa que por mis adentros me había hecho. Quiero dejar de mirar lo vivido y ya no temerle a los remordimientos que alguna vez me persiguieron. Quiero mirar atrás y saber que viví, y tras pasearme por mis recuerdos, por mi infacia, por mis penas y alegrías, por los momentos en que me creí derrotado y los días que salí victorioso, por las noches de melancolía... quiero saber que he vivido y sonreir.
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