Ayer pasaron diecinueve años.
Por la madrugada conocí a muchas personas, pero no sabíamos nada. Y era bonito eso de no saber nada, porque no sabíamos a qué temer o qué buscar, no sabíamos que éramos tan frágiles. Muchos se habían ido cuando amaneció; creo que fue cuando aprendimos a soñar. Cada quien se fue comiendo el mundo migaja por migaja, y muchos se apresuraron al sentir el vértigo de crecer: terminaron enfermos y con el estómago lleno. Yo nunca comí mucho, y siempre he sido delgado de vida. De cualquier manera, para la tarde ya sabían vivir enfermos, y les gustaba más que la salud. Permanecí enojado hasta la noche, queriendo estar enfermo sin atreverme. Pero me enamoré y ya nada importó, y aún al dormir seguía enamorado ─y esperando ser amado─.
Aun recordando diecinueve años ayer, siento que no ha pasado ni ese día; pero he aprendido algunas cosas:
1. Nada te hace sentir más fuerte que usar una capa de Batman (con todo y su máscara).
2. (Casi) todas las monjas son malvadas.
3. La gente cambia.
4. Sonreir siempre cansa, pero es un cansancio que vale la pena y la mejor recompenza cuando se logra en otro rostro.
5. No se confía en los que te escriben "123 conmigo", sino en los que te dicen "cuenta conmigo".
6. El pastel y las galletas saben siempre mejor con un vaso de leche.
7. El mejor cumplido es aquél que se puede dar uno mismo con sinceridad.
8. Es bueno enfermarse de vez en cuando, pero siempre teniendo el antídoto a mano.
9. Las mejores conversaciones no se tienen con la gente que más habla, sino con la que más lee y más escucha.
domingo, julio 25, 2010
ayer pasaron diecinueve años
10. Al final, nunca se ha dicho suficiente.
Y mañana, esto habrá sido un instante.
Publicado por céssar sinclair en 20:08
Etiquetas: Reflexiones.
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1 comentarios:
Felicidades por esos diecinueve que han pasado :)
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