Dile a mamá que sí la extraño. Que no venga, dile, porque no encontrará a quien despidió, y cuando no me reconozca y deba decirle “soy yo, tu hijo”… ah, no tendré el corazón. Dile que todavía la quiero, mucho, que siempre la voy a querer. Dile que luché por no perderme, que hubo curvas repentinas, subidas y bajadas que disfrazaron mi horizonte, y que al final ya estaba muy desorientado para continuar ─mucho más para regresar─. No le mientas, pero dile verdades incompletas: que estoy vivo, que aún recuerdo cada beso que me dio; no le menciones mis ojeras, ella no querrá saberlas. Dile que dije estas palabras y que no murieron en el sarcófago de papel que construí para mis recuerdos. Hermana, dile a mamá que tenía razón y cuánto lo lamento, que no desee olvidarme aún si pudiera hacerlo, que si un día soñé con ser grande, lo soñé por ella. Y si sirve de consuelo, dile que soy feliz como antes intenté y fallé serlo; que si logré llegar a donde he llegado, ver lo que he visto y sentir lo que he sentido, todo ha sido gracias a ella.
domingo, octubre 02, 2011
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