Una de las cosas que descubrí este 2010 es que si hay una cosa que deteste en el mundo, son los mandilones. Sí, esas cosas que las mujeres en una relación llevan colgando del brazo. Y no tengo problema alguno con que tengan tanto afecto por alguien ni que sean felices; si de ello se trata, por favor enamórense, estén con esa persona que los motiva a sobrellevar los días. Pero no olviden a todas las personas que los acompañaban antes, más específicamente, a los amigos que estaban con ustedes simplemente porque les gustaba hacerlo, sin ningún otro compromiso y sin necesidad de llegar a lo carnal. Y ellos dirán que no es su intención, o que siguen estando ahí para uno tanto como antes, pero lo cierto es que hay un distanciamiento, y para alguien que aprecia tanto una amistad como yo, que la necesita tanto, las distancias crecen demasiado rápido, y a veces es mejor decir adiós que pretender estar agusto con alguien que te hace sentir tan reemplazable.
martes, diciembre 21, 2010
El amor como antagonista de la amistad.
Quizás exagero, tiendo a hacerlo, pero no veo tan descabellada la idea de mantener las amistades aún teniendo pareja, y es más que aceptable que la frecuencia con que los amigos se juntan disminuya, pero vamos, que sacrificar uno que otro día con la novia para tener una buena plática y risas no requiere de mucho esfuerzo. He perdido dos amigos hasta el momento gracias a esto, y tomando en cuenta el tiempo que me cuesta llamar a alguien mi amigo (para ganar confianza y ser yo plenamente), pues... es realmente una decepción que duele.
Tomen esto como consejo, lectura casual, para identificarse y que les valga madre o, como yo lo he hecho, un pequeño desahogo, que hace rato no publicaba uno.
Publicado por céssar sinclair en 21:01
Etiquetas: Reflexiones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¡Mandilones!
Me gustó.
Te entiendo perfectamente, me pasó con mi mejor amiga. Lo peor es que es imposible recuperar el tiempo perdido.
pasaba por aquí...saludos
Publicar un comentario