Me gusta creerme fuerte, independiente.
Le digo a la gente que no me asusta el cambio, y que no me molesta la soledad. Me enorgullezco de afirmar que las miradas no me asfixian y que no siento temor hacia la vida. Y me gusta que me crean, y que me piensen alguien valiente y lleno de futuro, alguien que cambiará el mundo.
Pero estoy aterrado, y no puedo dejar de temblar. Y no me atrevo a exigirle nada al mundo, ni dejo que mi voz se eleve al cielo. Me asusta cambiar y perder más que lo perdido, y no tengo el valor para arriesgarme a vivir.
Pero, sobre todo, tengo miedo de hacer algo al respecto.
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