viernes, abril 30, 2010

No llegamos hasta el final

Pero, ey, lo intentamos.

Las palabras se volvieron muy pesadas, perdieron esa levedad que nos hacía reir de la nada. Quizás fue el tiempo el que nos cambio, la brecha que que te volvió tan tú y a mí tan yo ─y mira que no somos tan viejos─: descubrí que no somos tan parecidos. Mis chistes ya no provocan esa risa instantanea que no era sino parte de la plática diaria, y los silencios perdieron su comodidad cuando agachamos la mirada; ya no puedo verte envejeciendo a mi lado con la simplicidad como nuestra cómplice. Esto es lo último que escribo de ti, y me llevo buenos recuerdos de salones de clase y paseos en bicicleta.

jueves, abril 15, 2010

hermosa

Escuchas tu nombre al compás de una última mirada en el espejo, sonríes con el labial que esconde las grietas en tus labios. Te llaman por un nombre que no es tu nombre, y olvidas a conciencia que no eres lo que otras noches soñaste. Escuchas, también, las porras de aquellos que te admiran desde las gradas de te escenario: ellos que no tienen cara, que no tienen nombre, que no tuvieron pasado ni tendrán futuro; no a tu lado. Sientes el ardor de la cocaína en tu nariz, sin saber si algún día desaparecerá. Caminas ─casi corres─ por el pasillo que siempre se alarga en la mañana, y las luces te deslumbran apenas escapas de las sombras. Te aman: porque eres hermosa y no reparan en las ojeras bajo tus ojos ni en el brillo del que carecen, porque llenan su garganta con tu nombre y lo soplan todo en besos, porque su algarabía ahuyenta tu soledad. Levanta tus brazos y mueve tus piernas, acaricia tus tetas y muerde tus labios. Eres una diosa y bailas frente al mundo. Ahogas el llanto de tu padre y la agonía de tu madre con sus gritos al tocarte. Abres tus ojos, miras a tu público: es casi un juego adivinar a quién sentirás dentro esta noche. Te dejas tragar por su lujuria, por las luces y las ocultas imperfecciones; te has dejado tragar ya tanto que no sientes escasear tu alma: pronto no quedará nada. Pero no importa, porque ellos te aman y tú les bailas. Tiraste tu pasado esquina por esquina en ya tantas ciudades, vives en distorsiones de sueños que tuviste cuando no sabías que existía la realidad que ahora te coge día con día. Pero no importa, porque por otro minuto, antes de que el sol regrese, lo eres todo sin sentir nada.

Y casi te sientes llorar, porque eres hermosa y todos te aman.

lunes, abril 05, 2010

para ti:

Para toda persona por la que tenga aprecio:

Sé cómo soy, sé la importancia que tengo para ti y estoy al tanto de mi expresión al verte; sé, también, de la imperfecta humanidad que me hace ocultarme a ratos. Hay veces en que no hallarás razones para mis acciones ni motivos en mis palabras, pero no te preocupes: la mayoría de las veces tampoco yo las hallo. Disculpa todo cuanto te moleste de mí (a mí me molesta el doble), disculpa que no pueda cambiar. No, no puedo ni podré cambiar; dame paciencia, a mí ya casi se me agota, y no sé qué pasará entonces, pues yo por mi parte no puedo escapar. Muy probablemente te aprecio más de lo que crees, más de lo que imaginas, y si te sonrío es posible que incluso te ame. Preferiría, sin embargo, que no malentiendas mi afecto, y no temerme cuando te busque: debes saber también que una probabilidad casi absoluta indica que te necesito más de lo que tú me necesitas. No sé decirte todo cuanto mereces, como si mi garganta nunca aprendió a pronunciar los elogios que ameritas (en lugar de eso, escribo, y me va poquito mejor), pero no concluyas por eso que soy frío o no correspondo lo que tú sientes por mí multiplicado por mil. Gracias por reirte cuando intento ser gracioso, pues sólo por ello me arriesgaría a ser ridículo. No, no miro mucho a los ojos, quizás lo has notado; probablemente no puedo sostener tu mirada, que es más pesada que la mía. Pero si pudiese ─y si la sociedad no hubiese dictado que es extraño─ te miraría todo el tiempo que puedas regalarme.
Puedes irte cuando quieras, no te culparé y trataré de no guardar rencor. Así es la vida: unos vienen y otros van, unos se quedan y otros nunca volverán. Pero si decides quedarte tan siquiera un rato más, te doy mi promesa de nunca hacerte mal con intención, sino que al contrarío, trataré de crearte recuerdos que en el futuro puedan hacerte sonreir. Y tú... tú no entregues nada a cambio: tu presencia me es más que suficiente para ayudarme a sobrellevar los días, con todo y sus puestas de sol.