martes, junio 01, 2010

la vida entre ocasos

...............Fue al amanecer. El sol se mostraba naranja sobre el horizonte y no había nubes en el cielo. Él salió a buscarla cuando estiró el brazo sobre su almohada y no pudo encontrarla. Recorrió cada habitación de la solitaria casa erguida entre la nada, pero no estaba en ninguna de ellas. Suspiró: sabía dónde estaba, lo había sabido desde el momento en que falló en su abrazo. Así pues, caminó con la mano al frente, cubriendo sus ojos de los rayos de la mañana. Distinguió su silueta desde la lejanía, sentada frente al lago, acompañada por el silencio del agua y el aleteo de las aves que iban y venían. Se acercó sin emitir ruido alguno, temiendo sorprenderla, y al tenerla frente a él no pudo sino abrazarla. Ella levantó su mano desde su regazo y recorrió sus manos hasta sus brazos, sus brazos hasta su cuello, su cuello hasta su rostro. Sonrió sin dejar de contemplar el amanecer reflejado frente a ella.
...............─¿Hace cuánto estás aquí? ─y le besó el cabello.
...............─Te diría, pero ya no distingo los minutos de las horas.
...............─Me hubieses despertado.
...............─No puedes pedirme eso, no soy tan fuerte.
...............Dejó de mirarla unos instantes para contemplar el más bello de los amaneceres, la majestuosidad del universo despertando para él; pero no valía la pena. Volvió a posar sus ojos en ella apenas se hubo sentado a su lado. La rodeó con sus brazos.
...............─Debiste pasar frío.
...............─Un poco ─contestó ella entre sonrisas─, pero debo acostumbrarme.
...............─Ya… ─alcanzó a decir con el corazón por la garganta─ No tiene que ser hoy.
...............Ella rió suavemente y apoyó la cabeza en su pecho. Escuchó la pesadez de su corazón a cada latido.
...............─No tengo miedo.
...............─Yo estoy aterrado.
...............─Yo también lo estaba al principio, pero al final sólo puedes sonreír.
...............─Ya no creo poder ─apretó su frágil cuerpo al suyo.
...............Ella despegó por vez primera su mirada del horizonte y sus ojos como vidrio adentraron en los suyos. Aún sonreía, con un dejo de nostalgia escondida entre las comisuras de sus labios.
...............─Me estoy muriendo ─dijo entre hilos de susurros─, pero más que por esta enfermedad comiéndome, me estoy muriendo de dicha, de risas y abrazos, de besos en mi cuello. Me estoy muriendo porque la vida ya no me alcanza para ser feliz.
...............Él la miró, apretando los labios que le temblaban, y se dio cuenta que lloraba sólo cuando una lágrima cayó sobre la mejilla de ella. Besó aquel punto, y sintió la calidez en su piel esfumándose a cada suspiro. Ella levantó el mentón y se unió en su beso con tanta suavidad como en el primero, hace ya muchos años, hace ya pocos segundos; fuera ya del tiempo.
...............No hubo más palabras, solamente últimos detalles: un último rozar de manos, un último cosquilleo bajo las pestañas, un último respiro unísono y un último cerrar de ojos. Sin embargo, no fueron para él últimos, sino primeros y únicos. Para cuando el sol hubo cruzado el cielo hasta haberlo vuelto todo naranja y luego esconderse, él seguía sosteniéndola en sus brazos.

1 comentarios:

Richard Hill dijo...

La espera suele valer la pena. No decepcionó, verdad?

Mientras lo leía me iba imaginando un final "trágico", o más bien triste y frío. Asi que me sorprendí. Siempre es bienvenida la calidez al término de cualquier episodio, tanto en las palabras como en la vida.

Ojalá sigas encontrando inspiración.