lunes, mayo 16, 2011

texto apócrifo número uno

Lo supe así,
mientras dormías,
y se iba oxidando el tiempo en los lunares de tu espalda.
Y yo me derretía.
Y dices ahora, cuando se nos frena el tiempo
─así, vueltos Dalí─
“yo siempre te he querido,
como a una blanca con puntillo, como a una tilde impresa;
te he querido hace mil recuerdos
y una sonrisa, y diez uñas en mi espalda”,
porque te gusta enamorarme
y pasearme entre tu cielo
(que ya casi es mío, cuando quieras compartirlo).
Así penumbra tras penumbra,
o balcón de Julieta
y un Romeo que te regala pizza,
no sé qué responderte.

Eres tú, como aire en mi bicicleta
(como aire en mis pulmones)
que se vuelve impulso en cada beso.
Empujándome.
Y si no hay mañana, yo te lo construyo;
si no hay brisa, te comparto de mi aliento.
¿No es ésta la promesa?
Y con ojos ciegos, caminamos hacia ella.
(psst,
eres mi estrella)

Disculpa si se me va la vida en quererte,
en pensarte en mil instantes, eternas horas.
Me voy y te vas,
escurridos, vueltos Dalí, como un beso lanzado al viento.
Y te conviertes en tu madre
cuando me miras y, qué discreta,
me regalas con el ojo un guiño.
Y te quiero:
porque nadie más me regala guiños
porque de nadie más me rozan las piernas
....como danza secreta/invitación
porque me despiertas todas las mañanas
entre el calor del recuerdo
y la esperanza terca del futuro.

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